lunes, 7 de mayo de 2012

Álbum blanco (versión atravesada de Triple Equis) (1)



Carátula:

Un buen día, Triple Equis tuvo ganas de salir a la terraza con una taza de café y un cigarrillo en la boca. Con el tiempo había desplazado los rubios mentolados a cambio de puchos sin filtro. El café era recién colado. Le gustaba espeso, aunque ya comenzaba a molestarle la gastritis. Lo endulza sin pudor haciendo de su pocillo el festín ideal de las abejas, siempre en busca de acción panelera.

El ritmo de los actos empezó a marcarse desde entonces: un sorbo de café, dos copiadas al cigarrillo, un sorbo de café, ceniza en cenicero (bis).

Es que nunca se había puesto a mirar con atención. Primero se levantó y, por accidente, salió a la terraza (sin café y sin pucho) y cuando alzó la vista tuvo frente a sí el monte Fuji. Era el volcán Puracé, pero a Triple Equis se le antojaba pensar en el Japón, que es un país que siempre ha querido fumarse. Entonces ahí si vuelve a su cuarto y saca un cigarrillo. Pone a colar el café y volvemos al principio.

¿Será que alguien en Japón sale a su terraza y, viendo el monte Fuji, supone que es el volcán Puracé?


Puede ser una mujer. A lo mejor es una secretaria o profesora de violín que se levanta a tomar el té viendo al Puracé desde su balcón en Osaka. Desde allá nos hemos de ver pequeñitos, pero plenos. Quizá piense que debe estar lloviendo a cántaros en las selvas de Colombia. Tal vez considere que, a diferencia de Japón que parece aburridísimo, este país selvático es peligroso y lleno de malaria.

Será el alma gemela de Triple Equis al otro lado del horizonte. Un día, el menos pensado, uno de los dos cruzará el abismo de agua que los separa y, sin proponérselo, terminará incrustado para siempre en la vida del otro.

Triple Equis se irá a Japón con una maleta llena de sueños y mates de manjarblanco (supone, con razón, que allá no se consigue). Viajará en tren bala y paseará por Hiroshima y Nagasaki. Luego, en Osaka, el destino le tiene preparado un largo, lento y sumiso romance con Mazako, profesora de violín y vulcanóloga empírica.

Pero las cosas son más simples: a Triple Equis le gusta una muchacha de su tierra. Repara en el monte Fuji, pero no en Mazako que no existe, aunque lo piensa de vez en cuando.

Back in the U.S.S.R. – Dear Prudence – Ob la di, Ob la da 
(Lennon / McCartney)

La banda sonora de las mañanas atrae reiteraciones de pitos electrónicos cada nueve minutos. Triple Equis no necesita despertador, pero yo debo programar el mío (ahora ya no se le da cuerda) con, al menos, cuatro horas de anticipación al infeliz momento de salir de la cama.

Generalmente hay pajaritos que cantan en las primeras horas. Perritos que empiezan a ladrar desde la madrugada. Motores de colectivos que comienzan a pasar desde las cuatro, cada vez con más frecuencia.

Triple Equis se levanta con actitud positiva. No escucha pajaritos cuando abre los ojos; más bien le desfila el sonido de un tren de aterrizaje que funde con batería, bajo, piano y guitarra. Paul se burla de Chuck Berry y, en vez de enumerar los estados de la unión, canta feliz las variadas razones para volver a la Unión Soviética.

Cuando ya se ha colado el café, sale a la terraza atendiendo el llamado del viento a una prudencia querida, muy triste, que no se deja invitar a jugar. Seguro que si sale, Triple Equis no tendría que pensar una y otra vez en los bosques del Japón. Y cuando salga, jugarán al papá y a la mamá.

Continúa...


1 comentario:

Unknown dijo...

La soledad del hombre lo hace reflexionar sobre el mundo y sobre su gente, pensar en si existe alguien que esté pasando por la misma situación de él, si alguien siente lo que él. Encerrados, ensimismados, todo parece frágil. Nos encontramos con nosotros mismos, con un ego que no responde de la misma forma que cuando estamos con los otros, nos traiciona mostrándonos lo inútiles que solemos ser, y hasta lo vacíos que nos volvemos con el tiempo.


¿Pensar tanto importa? ... sólo satisface ese yo mezquino y con miedo, le dice "estás haciéndolo bien, sigue así". Puede que importe, pero no trasciende más allá de nosotros mismos. He ahí la otra pregunta ¿con nosotros mismos no basta? Preguntas triviales quizá, pero pensamos tantas horas en nuestra vida que no hace falta plantearlas, indirectamente se responden.


La constante vive, necesitamos del que tiene algo en común y el opuesto, así los momentos de soledad no se convierten en baches de ideas. Al otro lado del mundo, un solitario personaje conecta su mente con la misma posibilidad... pero... él o ella ríe, y ve el momento como un curioso imposible que perdería su sentido si se encontrarsen las soledades. Verse a ese espejo acabaría con el ego del ego: la individualidad. "Si se juntan dos soledades, ¿tenemos dos soledades o ninguna?"