lunes, 23 de abril de 2012

La tormenta (drama freudiano en tres cuadros) (II)


2. 

Los invitados y Gala están sentados a la mesa que ahora se encuentra en el cetro de la escena. Leonardo, pálido y delgado de ademanes delicados y su madre.

MADRE: (a Gala) Huele bien.

GALA: Gracias. Es ‘Obsesión para hembras’. Lo uso en ocasiones muy especiales.

MADRE: No, no. Me refiero a la cena. Porque me imagino que el olor que viene de allá es la cena.

GALA: Si (A Leonardo) ¿Y tu, cómo vas? (Le toca una pierna bajo la mesa)

LEONARDO: (Después de un gesto de aprobación de la madre) Bien.

GALA: ¿Solo bien?



MADRE: Si, solo bien. A los jovencitos como mi Leo les toca estar bien, solo bien. Claro que en la casa no hace sino hablar de la mujer de la cafetería, que cómo llevaba el pelo, que esa falda tan...

LEONARDO: ¡Mami, por favor!

GALA: ¡Oh¡ Los niños. No se preocupe. Me ha pasado mil veces en todas las cafeterías a mi cargo. No crea, (Sobreactuando) es tan duro ser independiente en estos días.

MADRE: Entonces, usted vive sola.

GALA: Más o menos.

MADRE: Explíquese, por favor.

GALA: Vivo con una rata inmensa que se pasea por la cocina. (Pausa) ¡Ah!... Y con mi padre.

Hay un silencio embarazoso. Se oye primero un goteo y después el aguacero se reanuda, pero de menor intensidad.

GALA: ¡Qué llovedera!... ¿Leonardo, quieres vino?

MADRE: No, no quiere. Como ve, Leito es un muchacho sano, pero frágil. Mírelo bien...

LEONARDO: ¡Mami, ya!

MADRE: Bueno, estos jovencitos empiezan a crecer y se avergüenzan de la mamá.

GALA: Si, la adolescencia rebelde, impetuosa y forajida. (Hace un guiño casi imperceptible y vuelve a tocar la pierna de Leonardo) ¿Cuántos añitos tienes, corazón?

MADRE: Veintiséis. Recién cumplidos.

LEONARDO: ¿Dónde hay un baño? (Se levanta)

GALA: Al Fondo. Es la primera puerta y la luz se enciende por dentro. ¿Te acompaño?

MADRE: ¡No! (Hace un gesto y Leonardo vuelve a sentarse)

GALA: Entonces voy a servir.

MADRE: ¿La comida?

GALA: Si, claro (Sale)

La madre acicala a Leonardo; le acomoda el cuello de la camisa, lo peina, etc.

MADRE: ¿Y desde cuándo la ves?

LEONARDO: La veo desde temprano, cuando abre la cafetería. Hay veces que me quedo todo el día tomando tinto no más para verla. (Pausa breve. Se levanta) Mami... Necesito un baño.

MADRE: Espérate a que traiga los platos. Además, creo que no me entendiste, sagaz retoño mío. Lo que quiero saber es desde cuándo te interesa, porque ya no me cuentas nada. Parece que en vez de madre fuera un perro viejo que alimentas en las noches y abrazas de cuando en cuando (Entre sollozos) ¿Es que ya no confías en mí?

LEONARDO: La conozco hace dos meses y la frecuento hace una semana, tres días y dos horas y media. (En voz baja) Ya soy mayorcito.

MADRE: ¡No importa!... Perdón, me exalté. Los hijos siguen siendo de su madre hasta que la muerte los separe. ¿Entendiste?

LEONARDO: Si señora.

Aparece Gala con una cazuela llena de lentejas y una jarra de jugo.

MADRE: Ve al baño, cariño. Apúrate antes de que se enfríe.

Leonardo sale

GALA: Perdone la pobreza. (Pone la comida sobre la mesa y se apresura a servir en los platos) Es con todo el...

MADRE: Si, si. Disculpada. (Mira la cazuela con un toque de asco) ¡Son lentejas! (Contiene la risa)

GALA: Sí y...

MADRE: Un reino por un plato de ellas.

GALA: Conozco la historia. (Ambas se sonríen con hipocresía)

Silencio. Gala sirve los tres platos y la madre escudriña con la mirada.

MADRE: Dijo usted hace un rato que vive con su padre.

GALA: ¡Anjá!

MADRE: ¿Está en casa?

GALA: No sé, no creo.

MADRE: ¿Y qué hace?

GALA: Prácticamente de todo.

MADRE: Supongo que es viudo.

GALA: Supone usted bien (Una leve sonrisa posee sus labios)... Pero y usted... ¿Usted es viuda también?

MADRE: No. Tengo la desgracia... ¡Perdón!... La amarga fortuna de estar casada (Pausa breve), pero por la iglesia, como debe ser.

GALA: ¿Por qué no trajo a su marido?

MADRE: (La mira de hito en hito) ¿Para qué? Con Leonardo me sobra y me basta.

GALA: Ya veo.

Leonardo entra y se sienta

GALA: ¿Cómo te fue?

LEONARDO: ...

MADRE: ¿No ve que le fue bien? Además, señorita, eso no se pregunta.

GALA: (Exagerando) ¿Y por qué no?

MADRE: ¡Porque viene del baño y no del parque!

Leonardo: Mami, cálmate

GALA: Si, mami, cálmese. Mejor comamos. ¿Puedo llamarla mami? (Vuelve a su juego bajo la mesa)

MADRE: (Respira hondo) Pero primero es preciso bendecir los alimentos.

GALA: ¡Ay sí, que rico! Bendigámoslos... ¿Pero cómo?

LEONARDO: Yo lo hago, mami.

MADRE: No. Tú no vas a hacer lo que le corresponde a nuestra anfitriona.

GALA: Lo siento mami, pero...

MADRE: ¡Yo no soy su mami!

GALA: ¡Qué pena! Es que se pareció tanto... No, en serio, lo que le digo es que no recuerdo cómo se hacen estas cosas.

MADRE: Entonces usted no reza ni se encomienda. (Se santigua indignada)

GALA: Ya ve, la falta de práctica.

MADRE: Bueno, yo lo hago, pero sólo porque se nota que lo necesita con urgencia.

GALA: ¿Usted cree?

MADRE: (Tras un gran suspiro. Solemne) En el nombre del Padre... (Leonardo cierra los ojos y pone la mano entre las piernas de Gala), del Hijo... (Leonardo se baja el cierre del pantalón) y del Espíritu Santo...

La madre ha visto lo que ocurre bajo la mesa

LEONARDO: (Dando un respingo en su asiento) ¡Amén!

GALA: ¿Amén?

Empieza a oírse un sonido de televisor encendido y el cambio de canales.

MADRE: Gracias, Señor Todopoderoso, Dios de los ejércitos y vengador celestial, por estos alimentos...

ALFREDO: (En off) ¡De nada y perdone lo poco!

GALA: (Golpea el piso) ¡Duérmete ya!

ALFREDO: (En off) ¡Pues dejen oír! ¡Cállense! (Sube el volumen del televisor)

Gala sale. Se oye un estruendo y el sonido del televisor cesa por completo.


ALFREDO: (En off) ¡Déjame, no ves que estoy cansado!

Leonardo y la madre espían pegando la oreja a la pared.

GALA: (Entra acomodándose el peinado y el vestido) Listo. ¿Por qué no comemos de una vez?

LEONARDO: Mami, son lentejas.

MADRE: Si mi amor, lentejas.

LEONARDO: ¿Tengo que comerlas?

MADRE: ¡Pero claro!

LEONARDO: No me gustan. (usando el tenedor, juguetea con la comida)

GALA: Están ricas. Tienen tocino.

MADRE: Mira, corazón. Vinimos a cenar, entonces debes comerte la cena que es un plato de lentejas. Por lo visto no hay otra cosa, o sea que tendrías, para obviar las lentejas, que comerte a tu anfitrio...

GALA: Pues ni tan mala idea, porque...

LEONARDO: (Acerca el plato) Me las como, me las como.

ALFREDO: (En off) ¡No hace falta! Par de brujas. ¿Acaso quieren que se les indigeste? Si no quiere comer, pues que no coma. Mejor, su ración me la como yo.

MADRE: Dígale que venga y cene con nosotros.

GALA: Usted no lo conoce. Es un tipo muy raro. Además, se acabó la comida.

MADRE: Pero si usted parece ser de esas personas que gustan decir que donde comen tres, comen cuatro.

Aparece Alfredo con el balde y lo pone en la mesa. Sale remedando a la madre.

LEONARDO: (Hastiado) ¡Acabé!

MADRE: Bueno, entonces sigue con las mías. No tengo apetito.

GALA: ¡Ya qué diablos! (A Alfredo) ¡Ven para acá!

ALFREDO: (En off) No, ven tú.

Gala sale y la madre arroja sus lentejas en el balde.

GALA: (En off) Ven, mira que la señora no comerá y ni siquiera manoseó la cuchara. Aprovecha.

ALFREDO: (En off) Yo no soy ningún aprovechado. (Pausa) Menos ando por ahí comiendo sobras. Además, me siento solo y tengo frío. Lo que quiero es café con leche.

GALA: (Entrando) No hay leche.

MADRE: Mire, cómprele una bolsita de esa que es semidescremada. (Busca el monedero entre los senos)

GALA: ¡Qué le importa, vieja metida!

MADRE: Pero si yo...

GALA: ¡Yo, nada! El invitado a comer era su hijo.

LEONARDO: Y ya comí.

MADRE: Puras lentejas.

GALA: Bueno, entonces adiós. (Abre la puerta y los echa con gestos)

MADRE: (En el quicio de la puerta) ¡Ramera!

LEONARDO: Chao. Nos vemos...

MADRE: (En off) ¡Venga para acá! (Saca a Leonardo tirándole de un brazo)

GALA: ¡Vieja puta!

ALFREDO: (En off) ¡Bien hecho, mija! (Al público) Salió igualita a la mamá.

GALA: Sí. Igualita. (Cierra la puerta)

Oscuro.

Continúa...


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