Alfredo
Gala
Leonardo
Madre
1.
Una mesa con mantel a un lado del escenario. En otro extremo, artículos de pesca y un balde. Hay un taburete cubierto por un montón de ropa sucia. Afuera la tormenta arrecia y Alfredo entra empapado sacándose las botas y el abrigo.
ALFREDO: Estoy cansa... ¡Ah! Hablar de uno cansa.
Gala entra sin mirar a Alfredo. Toma el balde y lo pone sobre la mesa.
GALA: Ahí tienes. Deliciosas cabecitas de trucha.
ALFREDO: Pero huele a lentejas.
GALA: Sí.
GALA: Estás mojado. Y además no se qué tenga que ver el cansancio con las lentejas. No son para ti; hoy tenemos invitados... Tengo invitados. (Sale)
ALFREDO: ¡Siento el pecho oprimido! (Se sienta en el taburete e intenta acercar el balde con pases de prestidigitador) ¡Tengo frío! (Pausa) ¿Quién viene? (Alcanza el balde, se acomoda en el taburete y juega con las cabezas de trucha) ¿Doña Rosalía, la de la tienda? ¿El padre Roulin? ¿Mi queridísimo amigo Ismael, el judío?
ALFREDO: Si, si. ¿Quién viene?... Ojalá que no sea Ricardo y su boba mujer.
GALA: Pues no es Ricardo ni su mujer. No los conoces.
ALFREDO: Siendo así, entonces vuelvo a lo mío. ¡Estoy cansado! ¡Siento una presión en el pecho, acá; mira, palpa! ¿Será un infarto?
GALA: Puede ser. O tal vez usas la camiseta muy ajustada.
ALFREDO: Mis botas están hechas un pantano.
GALA: ¿Y luego el zapatero Méndez no te las arregló?
ALFREDO: No, eso fue un malentendido.
GALA: (Arroja las monedas sobre la mesa) Vino Ismael y te dejó esto.
ALFREDO: ¡Ah, lo que le presté!
GALA: Eso creo.
ALFREDO: ¿Por qué no le dijiste que se quedara? Aparte de estar cansado me siento solo.
GALA: Nunca se sabe cuánto vas a tardar. Además, alimentar a un judío es complicado.
ALFREDO: ¿Complicado?
GALA: Sí, mucho.
ALFREDO: Pero si únicamente hay que procurar que coma por la boca y que mastique con los dientes, como tú y yo.
GALA: ¡Ajá! También es cierto que no comen cerdo.
ALFREDO: Entonces, cuál es el problema si hiciste lentejas.
GALA: Lentejas... Con tocino.
ALFREDO: Ya veo.
GALA: Y el olor llegaba hasta aquí.
ALFREDO: Lo he notado.
GALA: Si hubieras visto su cara mientras dejaba las monedas...
ALFREDO: Comprendo. El olor a cerdo...
GALA: Si. Y además...
ALFREDO: El animal inmundo...
GALA: Si. Y además...
ALFREDO: ¿Te dije que me siento solo?
GALA: Pobrecito (Corre hacia él y le hace carantoñas) Pobre, pobrecito... ¿Y está muy solo?
ALFREDO: No lo estoy. Sólo digo cómo me siento.
Gala sale al tiempo que un trueno ensordecedor provoca un corte en la electricidad de la casa.
ALFREDO: (Se pone de pie y grita) ¡Me siento solo (Más fuerte), pero lo que estoy es cansado. (Va hacia la caña de pescar; acomoda el carreto, el nylon y el anzuelo. Enciende una vela)
GALA: (En off) ¡Revisa los fusibles!
ALFREDO: ¡Estás loca?
GALA: (En off) Pues voy a enloquecer si no hay luz. Me falta hacer el jugo.
ALFREDO: La caja de fusibles está afuera.
GALA: (Entra llevando un paraguas) Sí. Y por eso mismo toma esto (se lo ofrece). Ya te mojaste lo suficiente. Vamos, recíbeme el paraguas y revisa los fusibles.
ALFREDO: (A sí mismo) Electricidad, agua: combinación ganadora. (A ella) ¿Quieres matarme?
GALA: Eh... No, no, no. Eh... Quiero que vuelva la luz para hacer el jugo y como eres tú quien sabe de estas cosas...
ALFREDO: ¡Y tú eres la que sabe cocinar! Bien podrías exprimir alguna fruta en un tanto de agua y luego cernir. No hace falta luz... A menos que...
GALA: ¡A menos que nada! Esta es la oportunidad perfecta para estrenar la licuadora que te dio Ismael como forma de pago.
ALFREDO: Sí, como son las cosas. Un judío que pide prestado cada semana.
GALA: Entonces, vas a ver los fusibles o lo hago yo.
ALFREDO: (Está pescando en el balde) Perfecto. Hay un alicate en algún lado. Ten cuidado con los cables pelados.
GALA: ¿Por qué?
ALFREDO: Te puede dar un toque.
GALA: ¿Y piensas dejar que yo vaya a hacer lo que te corresponde corriendo el riesgo de morir achicharrada?
ALFREDO: Pero claro. (Pausa) Estoy cansado y mojado, pero si esperas a que escampe, voy.
GALA: Mis invitados...
ALFREDO: ¿Llegarán con este palo de agua?
El aguacero cesa poco a poco. Gala corre hacia la puerta y Alfredo suelta la caña.
GALA: ¡Escampó!
ALFREDO: Más o menos.
GALA: (Con un gesto de manos le invita a salir)
ALFREDO: ¡Ah, no! Ya viene el siguiente.
Vuelve a llover.
GALA: (Entre dientes) ¡Maldito Alfredo!
ALFREDO: Ten cuidado con lo que dices, Gala querida.
GALA: Solo pienso en voz alta.
ALFREDO: Cuídate de lo que piensas. Aún cansado y mojado puedo escucharte.
GALA: ¡Oh, lo siento!
ALFREDO: No te preocupes. Afánate por tus invitados. No hay luz y a la cena le falta el jugo.
GALA: ¿Será que llegan con este aguacero?
ALFREDO: No creo. Pero, por si las dudas, voy a ver los fusibles (Consulta un reloj que trae en el bolsillo)
GALA: ¿No será peligroso?
ALFREDO: ¡No, qué va! (Chasquea los dedos y la luz vuelve) Un hombre hace lo que el destino le marca. (Gala sale. Al público) No falla. Cuando se va, llega a las seis.
Suena la licuadora. Alfredo recoge el montón de ropa sucia y sale. Oscuro.
ALFREDO: (En off) Pudo haber sido un romance tórrido y peligrosísimo, pero, como siempre que Tauro se alinea con Sagitario, la vida es azarosa y... (Pausa) ella también.
Continúa...
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