Prólogo
Para ser políticamente correcto, socialmente funcional y emotivamente acertado, debe reconocerse el carácter tranquilo y amiguero del autor de estas páginas. También, en honor a la verdad, se hace el correspondiente aviso de que este prólogo nace de la primitiva necesidad de corresponder ante la solicitud de un favor.
Boris Marín es, ante los ojos de la crítica especializada, el creador de un vasto universo monotemático y paralelo al nuestro. El relato que se publica a continuación se constituye en el punto de partida de una serie de alusiones autobiográficas que irán retratando, no sólo al Boris humano, sino al Marín consagrado al solitario ejercicio de la novela..
Nos encontramos con un escritor peculiar. Es uno de los pocos que sabe, a ciencia cierta, el alcance de su obra. No es modesto al celebrar que su único lector (real, de carne y hueso, por supuesto) sea, al mismo tiempo, quien prologue la historia que más trabajo le ha dado.
Es en esta tónica que se invita al lector a sumergirse, hasta donde el resuello le alcance, en las virginales páginas de esta novelita vibrante, antibiótica si se quiere, donde se garantizan altas dosis de todo aquello que es el autor.
A ver qué tan primitivos resultamos.
Juan Pablo Ramírez I.
San Juan de Pasto, enero del 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario