jueves, 22 de diciembre de 2011

Crónica

La puerta abierta, la mesa puesta, el café servido, el tabaco humeando. Recién llego, pido lo mio para beber despacio y, bueno, la jovenzuela allí, tiritando de frío con los ojos bien puestos en su cabeza que, dicho sea de paso, parece hecha para que yo pierda la mía.


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